Los fotolibros chilenos son hasta hoy un secreto bien guardado. Una larga colección que contiene algunas piezas espectaculares en la historia de este medio, tanto por la sorprendente calidad de sus creadores como por la diversidad de temas y la profundidad de su tratamiento.
Un fotolibro es una máquina simple y compleja al mismo tiempo. Su elaboración y puesta en circulación es esencialmente un trabajo de equipo, una sofisticada construcción cultural que requiere múltiples actores para llegar a las bibliotecas y, particularmente, para ser leído por un gran contingente de personas diversas.
Los fotolibros en nuestro país nos acompañan desde que las técnicas de impresión los hicieron posibles y esta investigación destaca una colección de ellos imprescindible. Un conjunto que representa un punto alto en nuestra cultura visual, sin pretensiones académicas pero con un enorme potencial para impactar en nuestra percepción de la realidad, desde la educación hasta la acción política, del Arte a los relatos de la crónica periodística.